Ayer viernes, a las cinco de la tarde, la doctora me esperaba puntual, después de yo haber esquivado una sesión anterior, con una excusa sutil pero efectiva, ayer simplemente no pude sentarme frente a la pantalla y darle click al link de enlace de la reunión por Zoom, esa aplicación que se ha convertido en el consultorio en línea e impersonal que finalmente, me acomodó perfectamente, todos los intentos de sentarme en sillones en habitaciones frente a psiquiatras o psicólogos presenciales, han resultado en fracasos, la presencia de gente me intimida, me cohibe, anula todo deseo de abrirme y hablar sobre mis demonios, mis ansiedades, los ruidos y sonidos en mi cabeza, no pude, simplemente vi el reloj con números grandes y en verde fosforescente que esta en mi escritorio, transcurrían con una banalidad exasperante, como todo siempre en mi vida, fue una hora larga y angustiante, extraño sentarme y hablar, simplemente hacerlo sin sentido del tiempo, con la doctora del otro lado de la pantalla, escuchandome, para al final de la sesión, sugerirme lo que debería hacer o en lo que debería pensar, extraño eso, pero siento que es un lujo que ya no puedo darme, no tengo como pagar su servicios, y mi sentido de dignidad, es tan fuerte como la depresión y el desorden bipolar que me han diagnosticado.
He vivido hasta aquí con desórdenes mentales y una depresión abusiva incontrolable, no puedo permitirme ahora, además, ser objeto de caridad, por no poder mis cuentas, eso sí me convertiría en un resumen del resumen del hombre que solía ser.
Espero entienda doctora, y espero desde lo mas profundo de mis demonios, de mis fantasmas, de ese vacío que llena mi cabeza, poder volver a terapia pronto, cuando al menos pueda pagar sus sesiones.
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