miércoles, 10 de julio de 2024

Dos

Escribo y luego existo, y escribo en los lugares menos esperados, no puedo hacerlo en casa, sentado en mi escritorio, espero que sea la hora indicada y bien abrigado salgo al parque y con ayuda de la aplicación del teléfono móvil, me deslizó como bola de nieve, escribo apartado del mundo, el ruido de la noche me rodea, un ruido blanco que se pierde cuando pongo las canciones del Flaco Spinetta en los audífonos que una tarde casi noche, compré en Gijón, los cascos como le dice mi sobrina, abrigado por sus canciones, escribo y reescribo, dejando constancia de mi precaria existencia, los árboles observan callados y las luces de los faroles iluminan un parque casi vacío, donde puedes encontrar algunos pocos corazones rotos que vienen en busca de respuestas, yo vengo a escribir, porque la escritura de alguna forma cura mis heridas, y las ayuda a cicatrizar, es un ungüento que froto en mi piel, un bálsamo, algunas personas pasean a sus perros que curiosos caminan, sin perderse un olor del paisaje, olfatean todo como si en eso radicara el misterio de su existencia, animales cuadrúpedos, bolas de pelos que alegran días pálidos, yo observó callado mientras sigo escribiendo, la noche se enfría aún más, y mi aliento dibuja bocanadas en el aire, un pobre tipo sin casa, que estaba sentado en una de las bancas de madera, se levanta, quien sabe motivado que urgencias, está sucio y mal trajeado, tiene frío, rebusca en el fondo del respaldo, y luego se marcha derrotado, luchamos la misma batalla, yo con ligera ventaja, abrigado y escribiendo y el perdido y sin palabras. Un gato aparece de entre unos arbustos y fijamente me mira, podría asegurar que esboza una sonrisa tímida, con una elegancia felina se me acerca y se detiene a dos metros, su pelaje es color beige, no deja de mirarme, puede ver lo que yo, instantáneamente nos hacemos amigos, presiento que lo volveré a ver, mientras se va con la cola en alto ganador. Es miércoles y son las once y diez de la noche, veo a la última persona paseando a su perro, lo ha vestido con un suéter canino, el cree que su amigo lo necesita, somos iguales, yo creo que necesito las pastillas y la terapia para no bajar el telón, en escenarios solitarios las personas actúan sin sentido, somos como una sinfonía desafinada, una foto en sepia desenfocada, por allá lo veo dejar el parque junto a su perro, yo me quedo escribiendo, qué otra cosa puedo hacer.


Lima, miércoles 10 de julio de 2024.

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